Te das cuenta de que vuestro ritual nocturno se ha convertido en navegar paralelamente por el teléfono en el mismo sofá, y que cenar juntos se ha convertido en devorar rápidamente la comida frente al televisor.
Estas actividades conservan la apariencia de pasar tiempo juntos, pero carecen por completo de lo que antaño creaba una sensación de conexión: la atención consciente al otro, informa .
Los psicólogos distinguen entre actividades rutinarias y ritualizadas: las primeras simplemente llenan el tiempo, las segundas dan sentido y refuerzan el vínculo. Cuando los miembros de la pareja dejan de prestar atención a sus acciones conjuntas, empiezan a existir uno al lado del otro en lugar de juntos.
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Un terapeuta familiar de Novosibirsk señala que muchas parejas llegan con la queja «nos hemos vuelto como vecinos», y casi siempre se debe a la sustitución de los verdaderos rituales de intimidad por hábitos automatizados.
Recuperar el sentido de comunidad puede hacerse creando nuevos rituales, por pequeños que sean, que sean significativos. Podría ser una conversación de cinco minutos sobre el mejor momento del día durante el té de la tarde o preparar juntos el desayuno los sábados sin prisas.
La clave es hacerlo con plena presencia, dejando a un lado los aparatos y otras distracciones. Estos momentos de contacto consciente funcionan como anclas emocionales que evitan que la relación derive hacia la soledad de estar solos.
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