Las vigilias nocturnas de un peludo gato doméstico, acompañadas de fuertes cantos y pisotones, pueden estropear las relaciones con los dueños más pacientes.
Sin embargo, no se trata de una manifestación de maldad, sino de una consecuencia del horario natural del gato, en el que el amanecer y el atardecer son los momentos más productivos para la caza, según el corresponsal de .
La vida doméstica, desprovista de la necesidad de buscar comida, no anula estos ritmos innatos. La energía que no se ha gastado durante el día encuentra una salida en el trote nocturno, y la sensación de hambre se exacerba por la mañana.
El gato era un auténtico tirano hasta que me di cuenta de una sencilla verdad: su día se compone de muchos ciclos cortos de sueño y actividad. Mi error fue esperar que durmiera ocho horas seguidas, como un humano.
El veterinario especialista aconsejó replantearse radicalmente el enfoque de la hora de la noche. El juego activo una o dos horas antes de acostarse se convirtió en el sustituto de una cacería nocturna completa, tras la cual estaba mental y físicamente preparado para descansar.
Es importante imitar todo el ciclo de la caza: búsqueda, persecución, ataque y, finalmente, comer la «presa». Por lo tanto, el juego debe terminar no sólo con meter el juguete en la caja, sino con una pequeña comida.
Una buena cena después de la sesión de juego convence a la mascota de que la caza se ha completado con éxito y puede dormir bien. Este ritual indica al cerebro que la fase activa ha terminado.
Ahora nuestras noches son más tranquilas. El gato se duerme casi al mismo tiempo y se despierta más tarde por la mañana. Sólo ha hecho falta un poco de comprensión de su naturaleza y quince minutos de atención nocturna.
Ignorar su actividad nocturna sólo agravaba el problema y la rabia le ponía ansioso. Aceptar su necesidad de cazar al anochecer fue la clave de nuestra tranquilidad general.
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