La mostaza contiene emulsionantes naturales que ayudan a combinar la base de queso graso con el caldo en una masa homogénea y sedosa.
Evita que la sopa se deslamine, lo que es especialmente importante para los quesos fundidos y curados, informa .
La nota picante de la mostaza no domina, sino que sólo acentúa la cremosidad del queso, añadiendo profundidad y complejidad al sabor. La untuosidad que a veces aparece en las sopas de queso puro desaparece.
El chef de un restaurante alpino solía añadir una cucharadita de mostaza de Dijon a su famosa sopa de gruyere justo antes de servirla. Su sopa era un referente de consistencia: perfectamente lisa, sin un solo signo de separación de la grasa.
Para quesos delicados como el Brie o el Camembert, es mejor utilizar mostaza bávara suave: su sabor dulce no desentona con el delicado bouquet del queso.
Prueba a añadir media cucharadita de mostaza en grano a tu próxima sopa de queso. Conseguirás una textura perfectamente cremosa y un sabor más equilibrado que apreciarán incluso aquellos a los que las sopas de queso suelen dejar indiferentes. Este es un caso en el que un ingrediente marca la diferencia.
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