En vísperas de la temporada, cada alféizar se convierte en una sucursal de un vivero, donde reina un estricto orden de riego e iluminación.
Pero a veces el objeto doméstico más sencillo, que solemos enviar al cubo de la basura, puede convertirse en un arma secreta para cultivar plántulas fuertes, informa el corresponsal de .
Hablamos de la cáscara de huevo más común. Este «recipiente» de calcio tiene propiedades únicas en las que rara vez se piensa.
Aparte de la evidente ventaja de ahorrar dinero en vasos de plástico, la cáscara aporta algo más a las plantas. Libera gradualmente oligoelementos en el suelo, principalmente calcio, que es vital para la formación de células.
La falta de calcio se manifiesta más tarde, ya en plantas adultas, en forma de podredumbre del vértice en tomates o pimientos. El problema es que este elemento se desplaza lentamente y con dificultad por los tejidos de la planta, desde las hojas viejas a las nuevas.
Al proporcionarlo a las plántulas justo en las raíces, creamos una base sólida para su futuro desarrollo. Antes de usarla, la cáscara debe lavarse a fondo con agua tibia para eliminar cualquier residuo proteínico.
Los residuos orgánicos, si llegan a la tierra, pueden empezar a enmohecer y acidificar el sustrato. Las cáscaras puras no sólo son seguras, sino que además actúan como desoxidante, lo que favorece la mayoría de los cultivos vegetales.
Haciendo con cuidado un agujero de drenaje en el fondo con un punzón o una aguja gruesa, creamos una mini maceta perfecta. Su principal ventaja es que no hay que traumatizar las raíces sacudiendo o engarzando la taza al plantarla.
Basta con apretar ligeramente la cáscara con la mano para que se agriete, y colocar la planta en el agujero por completo. Las raíces de un pimiento o un tomate jóvenes pueden crecer fácilmente por las grietas naturales sin encontrar ningún obstáculo.
La cáscara sigue trabajando en el suelo, descomponiéndose lentamente y alimentando el arbusto en crecimiento. Es una especie de alimentación prolongada que llega justo cuando la planta más lo necesita.
Por supuesto, este método no es adecuado para cultivos con un largo periodo de crecimiento en casa, como el apio de raíz. Las plantas grandes simplemente superarán sus frágiles «casas».
Pero para pimientos, berenjenas y tomates, con su periodo de dos meses de mantenimiento en la ventana, es casi ideal. Algunos jardineros trituran las cáscaras y las añaden a la tierra de los recipientes ordinarios para plantones.
Esto también funciona, pero le quita la ventaja principal de no estresarse al trasplantar. Las cáscaras enteras plantadas en el agujero permiten que la planta ni siquiera note que ha cambiado de lugar de residencia.
Esta sencilla técnica demuestra cómo los principios del consumo sostenible y la agricultura ecológica se entrelazan maravillosamente en la práctica. No requiere ningún coste adicional, pero aporta beneficios tangibles, convirtiendo los residuos en un valioso recurso para futuras cosechas.
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