Este comportamiento destructivo desespera a los dueños, pero hunde sus raíces en instintos naturales que no se apagan ni en un piso eurorenovado.
El perro intenta crear la guarida perfecta para sí mismo regulando instintivamente su temperatura corporal: el agujero es más fresco en un día caluroso y más cálido en una noche fría, según un corresponsal de .
También puede intentar esconder así un hueso o un juguete valioso, siguiendo la llamada de los antepasados que no siempre sabían cuándo tendrían disponible la próxima comida. Este ritual le proporciona una percepción de seguridad y control sobre sus «recursos» en un mundo en el que la comida aparece mágicamente de un cuenco.
Una mujer encontró a su Jack Russell Terrier destrozando metódicamente el linóleo de la cocina en la misma esquina. Resultó que era allí de donde procedía una ligera corriente de aire bajo el suelo, que el perro percibió como señal de una madriguera oculta.
El cinólogo explicó que el aburrimiento o la energía acumulada sólo intensifican la manifestación de este antiguo patrón. El perro no tiene nada que hacer y vuelve a los programas básicos de comportamiento establecidos genéticamente.
Combatir el instinto con gritos o castigos es inútil e incluso perjudicial. Sólo aumentará el nivel de ansiedad de la mascota, obligándola a buscar nuevas formas de autorrealización, posiblemente aún más destructivas.
En su lugar, los expertos aconsejan crear una zona de excavación legal. Un cajón de arena o unas mantas viejas bien arrugadas en el balcón pueden ser zonas autorizadas para que la mascota «escarbe».
Al canalizar el impulso de la naturaleza en una dirección segura, reconocemos las necesidades del animal sin sacrificar nuestras propias posesiones. No se trata de indulgencia, sino de un compromiso razonable entre la naturaleza salvaje y la vida urbana.
Ahora el perro de mi conocido rebusca excitado en su caja de trapos personal y el linóleo de la cocina queda intacto. Sus instintos están satisfechos, y el rostro de su dueño ya no está distorsionado por una mueca de desesperación.
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