De la crisis al final: cómo darse cuenta de que la pasión no volverá

Muchas parejas se horrorizan al notar cómo, con el tiempo, los sentimientos brillantes se apagan y la rutina les absorbe.

Parece que el amor se ha ido irremediablemente, dejando atrás sólo la costumbre y las cuentas en común, informa el corresponsal de .

Pero los psicólogos se apresuran a tranquilizar: no es el final, sino una etapa natural, que experimentan casi todas las relaciones duraderas. La transición del amor apasionado al afecto tranquilo y profundo suele ir acompañada de una sensación de pérdida.

El organismo simplemente no puede existir para siempre en un estado de cóctel químico, característico del periodo de la etapa caramelo-buquet. Los expertos llaman a este fenómeno la «crisis de los 3-5 años», cuando la pareja deja de verse como un misterio y pasa a un nuevo nivel de intimidad.

En esta etapa, muchos cometen el error fatal de decidir que se han enfriado el uno al otro y empiezan a buscar nuevas emociones aparte. Sin embargo, un nuevo romance suele repetir el mismo ciclo, condenando a la persona a correr en círculos.

En lugar de huir, deberías centrar tu energía en replantearte la relación y buscar nuevas emociones dentro de la unión establecida. Un método que funciona es crear deliberadamente experiencias compartidas que saquen a la pareja de su rutina habitual.

No tienen por qué ser acontecimientos grandiosos como un viaje alrededor del mundo, basta con empezar poco a poco. Ir juntos a un taller de alfarería o incluso emprender una búsqueda puede sacudir las cosas.

La novedad y el leve estrés de un entorno desconocido obligan a los miembros de la pareja a volver a interactuar de formas nuevas. Se ven el uno al otro en una situación poco convencional, lo que genera un nuevo interés. Estas experiencias unen y dan pie a conversaciones y recuerdos comunes.

Es fundamental no dejar que la comunicación se convierta en una discusión sobre facturas y problemas laborales. Merece la pena escuchar de verdad a la pareja, hacerle preguntas abiertas, interesarse por su mundo interior, que cambia constantemente.

La curiosidad por conocer los pensamientos y sentimientos de otra persona es el mejor combustible para una relación duradera. La experiencia de la gente lo confirma: tras varios años de matrimonio, mi mujer y yo nos dimos cuenta de repente de que sólo hablábamos de la vida cotidiana.

La situación cambió cuando acordamos «tardes sin aparatos» en las que nos limitábamos a dar un paseo o jugar a juegos de mesa. Estos momentos nos recordaron que no somos simples vecinos, sino personas cercanas a las que les sigue interesando estar juntas.

Las relaciones no son un maratón a una sola velocidad, sino una serie de altibajos. Aceptar esta sencilla verdad te permite dejar de asustarte ante el primer bajón. Es mucho más productivo ver esos periodos como una oportunidad para construir de nuevo la relación, sobre una base más sólida y consciente.

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