Resulta que las bajas temperaturas liberan el potencial de este cítrico desde un ángulo totalmente inesperado.
La congelación lo convierte en un ingrediente versátil que siempre está a mano, informa .
Un limón entero que ha pasado la noche en el congelador se ralla junto con la cáscara. La fragante cáscara, rica en aceites esenciales, ya no volará por toda la cocina.
Este crujiente chip es ideal para hornear, preparar salsas y adobos. Aporta a los platos un intenso sabor cítrico difícil de obtener de otro modo.
Los cítricos congelados producen mucho más zumo una vez descongelados. La estructura de su pulpa cambia y sus paredes celulares se rompen más fácilmente al prensarlas.
El zumo de un limón así tiene un sabor más concentrado. Esto permite utilizar menos producto para conseguir la acidez deseada en los aliños para ensaladas.
Se pueden echar trozos de fruta congelada directamente en un vaso de agua o té. Actúan como cubitos refrescantes y como aromatizantes naturales.
Este método es una forma estupenda de conservar la cosecha de temporada o de evitar que los limones comprados en la tienda se echen a perder. Se conservan durante meses en el congelador sin perder sus propiedades.
El limón congelado troceado en la licuadora se añade a los batidos para obtener un potente aporte vitamínico. La bebida adquiere una nota fresca y vigorizante.
La cáscara se vuelve más flexible tras la descongelación y cede más fácilmente sus aceites esenciales. Esta propiedad es útil para elaborar limonadas y tinturas caseras.
Incluso los trozos sobrantes después de rallarlos no tienes por qué tirarlos. Puedes volver a guardarlos en el congelador para su próximo uso.
Este método no sólo ahorra tiempo y dinero, sino que también abre nuevas facetas de sabores familiares. Una vez que lo hayas probado, es poco probable que vuelvas a los métodos tradicionales.
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